lunes, 9 de mayo de 2011

Merengue desbordado, blanco manchado

Mourinho, y el micrófono que sufre sus arrebatos / EFE



A los amigos mencionados aquí, a la cerveza y el agua

Tanta contradicción en menos de 18 días, por no hablar de los meses previos que susurraban el cruce entre Real Madrid y Barcelona, me resultó insostenible. Escribo desde el abandono, el cansancio y la desdicha. Así que no se sorprendan si dejo alguna macana ortográfica o semántica. Debe ser por mis 19 años. Adolescente edad que condiciona mi pasional comportamiento, estrujando cuerpo, corazón y alma.

¿Cómo imaginar cuatro Clásicos en tan poco tiempo y no temer, no crisparse ante el gigante culé (no se aceptan chistes fáciles) y, al mismo tiempo, ilusionarse con la posibilidad de redimirse, de purificar penas, de limpiar la blanca camisa ante quien la manchó recientemente (5 a 0. Camp Nou)? Para colmo, decidí cruzarme con el blaugrana más fiel y comprometido que conozco: Willy Mckey; y rodearme de otros que llegan nuevos al vecindario, pero con una militancia no tan reciente cuando no momentánea: Jonathan Días, Víctor Pereira, Manuel Rangel, Miguel Ángel Chacón, Edgar Murillo y –el del Chelsea vuelto blaugrana- Saúl Briceño. Hubo merengues: Héctor Antolinez, Luis Pernía y Jesús De Almeida, como también quien no admira a ninguno de los equipos, Walter Pérez. Pero fuimos pocos en comparación con la cerveza bebida por los bandos, incluyendo a este servidor que prefiere un agua antes que la segunda botella. Entenderán que, con la compañía, hablar del Clásico era esencial, al punto de enfermar.

Cerveza y agua no lograron diluir la amargura por el comportamiento, la actitud del Real Madrid antes, durante y después de las cuatro batallas, porque no fueron partidos. Y no lo fueron desde el mismo momento en el que, en el Santiago Bernabéu, el local decidió resignar cualquier debate, cualquier discusión futbolística, ignorar su historia y centrar todo en el músculo y en el miedo a una goleada. 

El palmarés de Mourinho le reconoce como un tipo brillante. También como un cobarde que, así, espera volverse más grande que la institución que dirige por culpa de otro ser que piensa primero en euros que en los pregonados valores que debería portar el club, Florentino Pérez, que requiere de un artículo entero. Mourinho, deseoso de agrandar su leyenda con el Real Madrid, está viendo caer las medallas conseguidas por Europa. Mientras Florentino Pérez observa cómo el portugués destruye su discurso, la imagen del club. El prestigio puede generar odio, envidia y demás vibras negativas que explicarían algún ataque,  cruzada, declaración de guerra... Pero el Real Madrid no está consiguiendo prestigio alguno, y sí está desangrando orgullo, honor, respeto...: mancha su camiseta. Tragedia blanca.

La cobardía de Mourinho la explico desde el 5 a 0 en Barcelona para no irme a datas ajenas al Madrid. En aquel momento, el entrenador, viendo la masacre ejecutada por el local, no estuvo a ras de campo con sus jugadores: se resguardo de la sangre en el banquillo, como si no salpicara y la sique no registrara nada. En cambio, el entrenador sí sabe reprimir y en algunos casos exponer ante la prensa, y por ende el mundo, a quienes, según Diego Torres en el artículo Rematar no era secundario, adoctrina en base a lo que considera su plan comunicacional, según el cual no se puede decir nada que suene distinto a la voz del entrenador.

Justificar los errores propios con la mediocridad de otro te hace un ser más mediocre aún, te reduce como institución al no ser capaz de mirarte al espejo y reconocer que puedes estar haciendo algo malo, como en efecto sucede. Lo que se potencia cuando cada una de las actitudes usadas como escudos han sido fomentadas por el club desde el verbo y la imaginación indetenible de Mourinho, quien centra su discurso en asuntos que rodean el campo de juego porque sabe que, dentro del mismo, su labor no ha sido óptima, resultados aparte. Y yo, a un entrenador que cobra 10 millones de euros por año le exijo todo. Desde un equipo que en el campo me entretenga hasta educación y respeto frente al rival, más si este es el Barcelona.

Nuestra obsesión a los fantasmas es tal que, pudiendo echar en cara la Copa del Rey al Barcelona, su torneo, lo que para nosotros es la Champions, decidimos seguir apuntando contra las sombras. Somos campeones de algo y los merengues, al menos por lo que noto, no nos sentimos así. Ahora nos ocupan otros asuntos: el teatro de aquel; la roja que fue pero no fue; que si la lluvia fue promovida desde UNICEF para condicionar el juego… Y de campeones notamos poco, porque simplemente la forma como conseguimos esa Copa no nos identifica, no nos satisface.

Al mismo tiempo, la Copa, a pesar de quitarle importancia, junto al planteamiento hecho de visita en Champions, nos demuestran que se pudo hacer mucho más ante este Barcelona magnifico que por primera en vez en un buen tiempo se advertía frágil, vencible. Se perdió la oportunidad de ganar, o de al menos plantearle mejor cara a un equipo cojo, que llegaba desgarbado a la cita; mientras nosotros íbamos con el plantel entero, vigoroso y perfumado.

Así, dos conclusiones. Primera: la inspiración fue del cojo que, consciente de sus defectos y entendiendo lo que es como ser, tomó el amor propio, el juego propio como bandera y luchó acorde a lo que lo identifica; mientras el perfumado terminó descubriendo que el flux le quedaba grande, acrecentando las dudas y creando un espiral interior y exterior del que no se conoce final todavía. El Real Madrid no se encuentra en su presente, que es el mismo desde hace casi 10 años. Desde la propia ciudad condal, se escuchan voces que reclamaban la vuelta de su viejo rival. Hasta ese gesto le está saliendo bien al Barcelona, a Guardiola, que con la entrada de Abidal dio esperanza al desahuciado y con el debut de Sergi Roberto, además de cachetear a Florentino Pérez, mostró que la juventud, bien llevada, es el futuro. Nunca presente.

Segunda conclusión con bordado de posdata, y algún guiño amoroso: las enfermeras catalanas deben ser hermosas y poseedoras de unas manos encantadoras, divinas para justificar tanto paciente enfermo, tanto jugar blaugrana lastimado. El asunto es tal que, por la frecuencia de sus visitas, se le sospechará romance a alguno. Así es el amor, capaz de llevarnos por caminos impensados, hasta dolorosos, para encontrar el rostro que se vuelve estrella en la noche oscura; para encontrar esa sonrisa con la que irías a la guerra pensándote privilegiado tras presenciar semejante milagro; para encontrar esos ojos que te reflejan con la claridad de la inocencia y el alma de la otra persona… Y paro la confesión.

sábado, 16 de abril de 2011

Errores como oportunidades

A la benevolencia del cuchillo que pongo en mi garganta con lo siguiente…

Sí alejarse es una forma de cariño, por aquello de que “si amas, deja partir” o algo por el estilo: yo debo quererlos cual primer amor, cual platónico romance, cual fiel servidor a su amo. Y así andamos, seguros de que uno no olvida al otro, de que una mano recuerda el calor de su similar, de que la distancia se mide en deseo y pasión, no en metros.

La dinámica rabiosa e incesante me ha arrojado mar adentro y ahora es que comienzo a observar tierra firme. Basta. Ya me he excusado en notas previas. Vamos… el camino está al frente y yo comienzo por la puntada dada al periodismo en el último artículo, una que mencionaba el comportamiento de la FVF ante la profesión. De ese tema, extraigo la parte federativa y sólo me centraré, de momento, en los periodistas.

Pausa. Antes de que mi verbo se vuelva una lanza al aire, aclaro que mi sublevación  en carne y palabra (letras), la hago desde el respeto a mis superiores. Dicho esto, continúo.

Me cuesta aceptar que a nivel deportivo nuestros textos periodísticos carezcan de brillo, de profundidad, del gesto al lector, del guiño, del halago y, en especial, de la seducción y el agradecimiento por su tiempo y dinero mediante la palabra. Exagero para que se entienda y acoto que nada de lo dicho aplica en su totalidad. Sólo tengo fotos de las redacciones, no la película entera que, por los murmullos, condiciona la labor periodística para bien o para mal. Sin embargo, estas letras no van contra los editores, jefes, directores…, al menos hasta aquí; sino hacia nosotros, periodistas, redactores, que a veces pareciéramos escribir por escribir, por llenar un espacio y no esforzarnos en no malgastar ese papel.

Puedo acusar a la devastadora dinámica social como la principal responsable de esto; a los vicios dejados por las generaciones que nos preceden, esas que también nos han dejado enseñanzas; a nuestros errores como sociedad; a nuestra falta de rumbo como país… lo que digan será válido, pero también tenemos que acusarnos a nosotros mismos, esenciales en el proceso. Tan elementales, que tenemos la labor de corregirnos, aprovechando que, aparentemente, las redacciones están aceptando jóvenes. En otras palabras: que nadie diga que no se nos está dando la oportunidad de minar el sistema desde adentro, o comprender sus fallas para evitar repetirlas. Pero esto no lo hacemos si no evolucionamos como personas, ciudadanos, lectores y escritores. Del periodista es la cordura, la prudencia ante el hecho; no el insulto a sus colegas o a sus lectores, al menos públicamente, ya que diferencias y roces siempre existirán. Recordemos, los problemas se arreglan en casa, no en las redes sociales.

Lo complejo del periodismo es que cada quien tiene una fórmula, una manera de ser dentro de él. Al mismo tiempo, ahí su principal privilegio: permite crear, variar, moldear… Pero, desde mi punto de vista, no estamos explotando tal beneficio. En esa tarea no apta para lastres, nos está faltando lectura, mucha y buena; diálogo; oído; tacto; sentidos…

Menospreciamos al lector al pensar que no nos entenderá si cruzamos la línea y no entendemos que, dando el paso, podríamos llevar a nuestro amo por un mejor camino. De los medios la función no es educar, porque para ello están la familia y la escuela; sí tenemos toda la responsabilidad de representar nuestro entorno, lo que observamos de la mejor manera posible, tanto en forma como fondo. Se trata de cuestionarnos, observarnos para notar si el reflejo en el agua nos pertenece; de aprovechar las herramientas que la actualidad ofrece… Se trata de aprender de los maestros, de entenderlos y, con esa esencia, diferenciarnos.

El periodismo venezolano puede ser mejor, y esto no quiere decir que sea malo; sí que conformarse no es alternativa, no es ni pensamiento.

sábado, 12 de febrero de 2011

Hoyos, pistas, campo y sociedad

A quienes siempre nos llenan de esperanza

Sin dudas, el blog debía ser renovado. Perdonen que vuelva sobre mis pasos. Sucede que, en su momento, la actualidad venezolana dejó movidas las bases de este espacio mediante la Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos, como si un reglamento corrigiera comportamientos, y no la educación, la familia... Por tanto, la presentación del blog advierte que éste pasa a ser considerado como uno en el que no se puede entrar sin acompañante, donde el lenguaje utilizado puede no ser apto para algún vástago y que, si de mí dependiera, debería ser leído luego de las once de la noche, aunque creo que tal hora es extrema, así que, preferiblemente, a las nueve: ustedes deciden. Advertencias expuestas, estoy seguro de contribuir al desarrollo de la lectura en pareja, en compañía del sonido del silencio, las estrellas y la luna… Y así, puede que se pregone el romanticismo entre los lectores del espacio, mientras yo aplaudo, como lo hago ante la actuación de Jhonattan Vegas.

La gran sensación generada por el golfista se explica, título aparte, desde la constante necesidad del país de encontrar nuevos referentes, alguien que nos saque, aunque sea por un rato, de la vorágine patria, sin que esto le reste mérito alguno al atleta. Pareciéramos abandonados, huérfanos de calidad, sentido, razón y, peor aún, pasión, la llama que enciende y mueve seres y países enteros. Sospecho que nos cuesta interpretar tales surgimientos como ejemplos de que con trabajo todo se puede, entendiendo antes que el tiempo otorga su respaldo a quien bien lo usa, volviendo a los sueños hechos. Debemos creer más, tenernos confianza, supongo.

El campeón del Bob Hope Classic / Getty
Puede que esa misma falta de sentido y razón nos lleve a interpretar el fracaso como una tragedia, y no como la cicatriz que el día de mañana evitará mortales heridas: enseñanza, aprendizaje, experiencia en batalla que a través del tiempo, en el caso de la eliminada Sub 20 Vinotinto, pudiera ser fundamental para llegar a un Mundial de mayores. No pierdo la esperanza ni el sueño, a pesar de la FVF, como ven (leen). Sí convendría ubicarse en que el Fútbol Nacional requiere total atención en asuntos más importantes, por elementales: arbitraje; deudas en la mayoría de los equipos; incapacidad de los equipos para constituirse en clubes; el Centro de Alto Rendimiento y su posterior mantenimiento, porque algún día se terminará y ¿cómo subsistirá? [en rojo, un Informe del Diario Líder sobre su estado]; amenazas por parte de la FVF a medios y periodistas (de esto se hablará en otro artículo); el siempre retórico verbo del Seleccionar Nacional… y ahí me quedo.

La aparición de Jhonattan Vegas expone, de nuevo, que las sociedades tienden a asociarse bajo la cabaña deportiva, rivalidades apartes; sin importar cuánto conozcamos del deporte porque nos une una idea: ser venezolanos y que “ése” es de los nuestros. Dicho esto, si el desenfrenado y herido verbo del seleccionador César Farías no se apacigua, seguramente la Vinotinto hará campaña aparte, una donde el rencor y la decepción será el centro de las discusiones. Los colores, los uniformes, un escudo… son sinónimos de igualdad, de reconocimiento y de unión con quien viste de igual forma, y si se coloca el orgullo propio por delante del colectivo se afecta, no sólo a ese orgullo, sino al resto de cosas mencionadas. Como siga así, y sin que quien suscribe lo desee, este proceso terminará de la peor manera para todos o de una forma en donde todo se condicionará por el rencor en un asunto donde la alegría de las almas debe reinar.

Quiera el tiempo que se imponga la razón sobre las emociones, y ese rencor que a veces es generado por elementos que pudieran indicar determinado hecho, en este caso un patrocinante y su vínculo con el Estado, no condicione la labor y los logros que pueda conseguir Pastor Maldonado. Tomar de la mano a alguien no se hace por hacerlo o gratis, se hace por mérito y compromiso. Igual pasa con los volantes: no son manejados por incapaces (me refiero a la F1, en las calles eso es otro asunto…).

lunes, 29 de noviembre de 2010

Reconciliación en horas bajas

Al recuerdo de lo que somos, sociedad y merengues

Mi reconciliación con este espacio y alguna parte de mi va en serio. Sucede que he encontrado nuevos escalones a superar; inspiración, digamos. Pasa que descubrir la cantidad de visitas registradas en el blog me significa, además de un importante trabajo de difusión mediante correos -¿acoso o seducción?-, un vínculo y un respeto con los peregrinos del ya no tan extraño territorio: ha surgido un pacto de fidelidad, legalizador de cariños y odios bien logrados.

La reestructuración del blog sigue desarrollándose, así que las citas serán en espacios comprendidos entre dos y tres semanas por artículo, sin un día fijo: sucederá y a disfrutar. No tengo antídoto definido para la monotonía, sólo espero que la separación entre publicaciones mantenga el romance –o acoso-, por aquello de hacerse extrañar, y que no se detenga esta pasión.

Lo que sí debería sosegarse de inmediato es el odio que nos mueve con mayor efervescencia día tras día. Me preocupa la violencia en los estadios porque los templos no son los lugares para exponer frustraciones; son recintos para olvidarlas, apartarlas al menos por un momento, por 90 minutos, nueve innings o más. Sin embargo, me alarma más la presencia del fenómeno fuera de los recintos deportivos.

Los valores hemos olvidado / @PhylumCreativus
Me aterra la respuesta que encuentra la vorágine por parte de nosotros: más violencia. La expresión tiene diversas formas (físicas, verbales…), las cuales hemos admitido inconscientemente –confío en que aún no hayan cursos-, cargándonos de odio. Caminamos cegados sobre un problema que va más allá de un estadio, que en vez de emanar un grito de gol, emana percusiones de perdigones y balas, mientras los cascos y escudos fungen de acompañantes musicales estrellándose en los cuerpos que, como todos, tienen culpa en la problemática. La calle muerde, devora nuestra esencia social, recintos culturales, educativos, estadios… y temo que no quede mucho a masticar.

Me resisto a creer en la caída de la inteligencia ante el músculo, así de simple. No convengo en que los intereses y el fin hagan de los actos, de su estética, un asunto burdo.

Redactado estuvo el párrafo que cuestionaba las autoexpulsiones de dos de mis jugadores favoritos y defendidos del Real Madrid, Sergio Ramos y Xabi Alonso, como consecuencia de la orden mouriana. Ahí, también se incluía una reflexión sobre el control que ha tomado Mourinho y el temor a que su influencia sea tal que un día pida sacrificio y encontremos un suicidio masivo de merengues.

Esos no son los modales del segundo al mando / AS
Mencionados los reproches, agrego que esos mismos jugadores, junto al resto de sus compañeros en el Clásico, salvo Di María, han estrellado contra el suelo la grandeza que la historia, sólo ella, aún nos otorga. Sergio, comprendo la frustración y la ira que la foto expone; pero no comparto sus consecuencias: así no se demuestra orgullo ni vergüenza. Mención especial para el DT, quien sabe dar la cara en ruedas de prensa y en goleadas propinadas, no así en la derrota, en la goleada recibida; escondiéndose, cobarde, en esa cueva llamada banco.


Debo admitir que yo también fallé… desde el momento que en estas líneas imaginé una breve reseña de la deseada victoria merengue: olvide que la grandeza de un equipo se discute en las previas, calles, bares… pero es en el campo donde se confirman, como lo hizo el Barcelona.

Dicho esto, no tengo moral para reclamarle respeto a quienes representan el madridismo. Sin embargo, lo exijo porque su deber, más allá de ganar o perder, es hacer que cada blanco corazón -salud, Marías-, esté orgulloso del comportamiento de su equipo en el empate, victoria o derrota. Nada de eso sucedió en Camp Nou. Ahí, hicimos de nuestra historia algo próximo a todos al no respetarla, valorarla. Caímos y no logramos asumirnos perdedores nunca. En cambio, sí pudimos introducir lecciones de Karate o Kung-Fu, no importa cual. Mientras nuestro rival, aquel menospreciado por mí, se lucía ante su público y el mundo; mostrando que el gol es bello, pero que el camino para llegar a él es más precioso aún, rosando lo sublime. Para que quede claro: no es sólo el hecho, Mourinho, son las formas.

Quería hablar de alegrías, del No Hit-No Run del Magallanes al Caracas. Quería hablar de que Félix Hernández, con su Cy Young, nos enseña que la historia está para romperse como la cadena que nos liga a la violencia actualmente. Quería hablar de la ilusión hecha esperanza y de la esperanza hecha realidad, expresada en un triunfo del Real Madrid, porque desde hace cinco clásicos no sé qué es ganarle al rival. Quería... en el fondo, una reconciliación con abrazo y beso, pero llega en horas bajas… lo que no niega tales placeres en el futuro. 

sábado, 6 de noviembre de 2010

Era tiempo de volver (y dar la cara)

 A quienes me acompañan, a pesar del abandono

Retorno apenado por razones varias. La primera surge como consecuencia de una refacción en el blog, para volver con un nuevo porte, ustedes saben… Resultado: lo que antes era simple, ahora lo es aún más. Y así la nota baja, al menos eso demuestran los parciales por estos días: no conviene la simpleza extrema.

La segunda razón sí involucra más a mis valorados tres lectores, a quienes he abandonado a su suerte, suponiendo que esto alguna vez sirvió de amuleto. Al mismo tiempo, descubro que el espacio no ha perdido su sentido, también recuerdo que nunca llegó a establecerse uno. Esto ya es un despecho.

 Expuestas razones y disculpas, toca adentrarse en nuevos mundos por cobardía a enfrentar los propios y por curiosidad a lo ajeno. Quiero decir que, al menos de vez en cuando, habrá una nueva forma de presentarse: si el tiempo y el descuido no me permiten seguir la dinámica, debo abarcar su totalidad en un solo artículo. Confieso estar, en este punto, algo -¡muy!- influenciado por Juanma Trueba. Temo por el resultado.

Özil, fundamento merengue / EFE
Si el último artículo fue del Barcelona, esta especie de regénesis debe empezar con el Real Madrid, mi blanco corazón exige que se cumpla su capricho, y yo cedo… Desde el ’99 el Atleti, odiado vecino, no nos ha ganado en el Bernabéu, y miren que en ese espacio de tiempo la Entidad Merengue ha presenciado cualquier cosa; desde la irrupción de Raúl  pasando por la contratación de Faubert –sí, el que durmió en pleno partido- y llegando a Calderón y su escándalo en las elecciones…  Aun así, vamos para once años invictos en el Bernabéu. Mourinho y Los Fantásticos no pueden hacer más que mantener esta línea, por poderío y señorío. Admito que este Madrid me ilusiona muchísimo, y conviene terminar por donde se empezó: el Barcelona aguarda el 28-N en Campo Nuevo.

El hombre Gillette / Alexis Torrealba
Hablando de primeros, saca su chapa Magallanes y yo dejo que entre a la reunión, a pesar de que sus filas son dirigidas por un excaraquista, Kremblas… Frank Kremblas. Esto me hace dudar, sobre todo cuando has perdido con el Caracas y debes un almuerzo, sin tomar en cuenta la humillación de las dieciocho carreras. Además, leo indicios que me llevan a sospechar falta o mala comunicación entre técnico y jugadores, cuidado. Es una pena no contar con Carlos García. A favor de “nuestro” Hombre Gillette –lo vieron rasurándose los brazos en pleno juego, ¿no?-, el equipo ve a todos desde arriba; salvo Bravos, entrometidos acompañantes  en el primer lugar de la tabla.

Mirando a los suburbios del deporte nacional: me preocupa la intervención de las Juntas Directivas de las Federaciones de Tenis y Esgrima por parte de MINDEPORTE. Apoyo que se quiera poner orden en los entes federativos, pero deben manejarse con cuidado las acciones para evitar nuevas heridas en disciplinas ya sangrantes. En los detalles está la grandeza de los hechos. Veremos...

PD: Mi relación con las plantillas de blogger es pésima. Ellas no tienen la culpa, yo soy quien no logra comprenderlas. Prometo hacer varios intentos y reformar el blog entero. Mientras, gracias por volver a este espacio.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Las palabras que debo

El numen culé, Xavi / Reuters

A mis amigos blaugranas…,

porque uno es merengue en las culés y en las blancas

“Nosotros estamos muy esperanzados con la llegada de Pep...”, me comentaba hace par de años durante mi primer día de clases en la universidad, cual portavoz culé, Willy Mckey, profesor de Literatura Venezolana y una de las personas que más me ha influenciado en mi vida. En aquel momento, yo no tenía mayor referencia de Guardiola, sólo sabía que había jugado en el Barcelona y poco más. Pero mi amigo Mckey, conocedor de la filosofía blaugrana y amante del fútbol en general, sospechaba que el viento traería un aroma de gloria al Camp Nou.

Charla pasada, al igual que el viento, y descubrimos que no ha traído un aroma; sino un brutal huracán que en su primer año arrasó con todos los trofeos y que de ahí en adelante cubre toda Europa teniendo su ojo en el Santiago Bernabéu, donde todavía no tenemos idea de cómo hacerle frente (o al menos de cómo resguardarnos bien, si es que se puede).

Y es que resulta titánica cualquier medida contra el Barcelona. Consecuencia de luchar contra un equipo que hace arte con la pelota. Sonará repetido, pero es que la comparación de su estilo con la poesía es fantástica. El verso, la prosa, puede variar de ritmo, parecer inoperante cuando realmente cada palabra te está guiando hacia un destino, un hecho, una imagen que creías no aparecería nunca debido a la aparente inoperancia de la palabra. La poesía también puede ser dinamismo puro, vértigo; la invocación de imagen tras imagen, la representación de placer tras placer.

Los aspectos mencionados, en el campo, tienen como estribo a Xavi e Iniesta, intérpretes del ideario de Pep Guardiola; futbolistas capaces de notar lo inadvertido, de imaginar lo impensado y, con sólo un destello de inspiración, generar un caos fantástico con el respaldo de otros nueve jugadores de supremo talento. Es así como, al momento de acoplarse todos, sus virtudes se potencian, y los problemas se disimulan o ignoran; hay un punto donde realmente no importan. Simplemente se disfruta de la misma forma que una buena charla, que una sonrisa que cambia dinámicas: admirándole, dedicandole todos los sentidos y agradeciendo su existencia.

Ante esto, el consuelo de los merengues es entender que el Barcelona recorrió los caminos que actualmente nosotros surcamos, sin una idea clara ni tiempo para que surja alguna. No queda más que tener paciencia y creer en que, por fin, con estos chicos y Mourinho, tendremos una plantilla a la que se le dará suficiente tiempo de trabajo en procura de su desarrollo. Mientras…, por una cuestión de caballerosidad y valentía, hay que aplaudir al rival; aunque por la mente se cruce cualquier vulgaridad y yo recuerde que esta temporada, junto a mi orgullo, he puesto en juego un almuerzo con mi amigo culé.

domingo, 1 de agosto de 2010

La ilusión como alimento y juez

El Olímpico, testigo de éxitos y fracasos / Daniel López

Hace ya algo de tiempo terminó el Mundial, marchándose esa atmosfera “todo fútbol” encantadora, dejando un vacio en distintas dinámicas. Más o menos desde ese tiempo he querido retomar el teclado, pero nada de lo pensado servía de estribo para la reconciliación mente-dedos-ordenador. Tal conflicto, de momento, también se marchó.

Al faltar la sustancia fútbol en determinados países, nada nos entretiene más que los mercados de fichajes, donde podemos presenciar todas las sensaciones que un partido ofrece; desde alegría, pasando por el fastidio, hasta llegar, en algunos casos, a la frustración. Tópicos suficientes para sospechar el éxito o fracaso del equipo admirado. Es aquí donde la ilusión y el desencanto toman por asalto los escenarios. La primera, tan mágica como peligrosa, se ha posado sobre el escudo Vinotinto.

Pienso y creo en ello por las siguientes razones, principalmente: lo activo que ha estado el mercado de fichajes para muchos equipos y la confianza que supone a Brasil como el lugar donde debutaremos en un Mundial de mayores. Esta es la parte mágica de la ilusión, el saber que pueden venir buenos momentos; la parte peligrosa es que la forma de llegar a ellos, es trabajando de la mejor manera posible. Ahí el reto... y al abismo.

Reto porque la existencia de plantillas reforzadas permite pensar en mejores equipos y en que esto supondrá mejorías en la relación equipo-público. Lo último, también comprende y exige un esfuerzo más allá de las paredes del estadio: promoción, mercado del equipo... y es ahí donde el abismo se hace presente: sostener económicamente un conjunto, tanto fuera como dentro del rectángulo, con un contexto como el de Venezuela, es algo complejo y que requiere, junto a la ilusión, la suficiente valentía, al punto de arrogancia, para no bajar los brazos.

En el caso de la Vinotinto: el hecho de que haya fe en nuestra selección, representa que admitimos la existencia del material con el cual llegar. Nada más cierto. Lo que temo en caso de no asistir al Mundial, es que el fanático muchas veces comprende de hechos y no de procesos, de formas; con razón, muchos tomarán el papel de clientes insatisfechos con el producto y harán ruinas con jugadores, equipos, selección y, en definitiva, el fútbol venezolano.

Ante posibles atentados, un poco dramatizados, la mejor respuesta es entender y prevenir las consecuencias de los actos, procurar que Brasil nos vea debutar en el Mundial y que la base de la selección, el fútbol local, no dependa únicamente de las ilusiones patrocinadas por unos pocos; sino que sea un sistema funcionalista en donde la FVF, como cabeza de todo, no deje abandonado al resto del cuerpo.

Las esperanzas se centran en trabajar, mucho y bien. La ilusión es la base de todo, pero hay que saber respaldarla con hechos concretos que la hagan, más que una idea esperanzadora, una realidad capaz de enamorar tanto a fanáticos como a clientes, fuerzas necesarias en la batalla.